Según un psicólogo inglés, la policía es la que genera más violencia en los estadios.
Clifford Stott, es profesor de
Psicología Social en la Universidad de Liverpool, en Inglaterra, y en
los últimos años ha centrado su trabajo docente y su labor divulgativa
en la interacción que se da entre los seguidores más radicales de los
equipos de fútbol y las fuerzas policiales. Con motivo de su trabajo, ha
sido invitado a impartir una conferencia el próximo 13 de Septiembre en
Jena (Alemania), invitado por los ultras del Carl Zeiss. Es por ello,
por lo que un medio de comunicación digital alemán, llamado “Taz”, ha
entrevistado al psicólogo con motivo de esta visita, en su edición de
hoy 7 de Septiembre. Y sus respuestas no dejan indiferente, pues navegan
a contracorriente de la inmensa mayoría de los psicólogos que, alguna
vez, se preocuparon por este tema.
Y aunque centrado en los casos alemán e
inglés, sus conclusiones pueden ser extensibles al resto del continente
europeo. Reproduzco la entrevista, traducida al castellano.
Sr. Cott, ¿Quien tiene la culpa de
la violencia en los estadios, la policía o los aficionados?La mayoria de
las situaciones se resuelven con el uso de la fuerza por parte de la
policía¿Pero la policía tiene que prevenir la violencia en los estadios?
Si, pero cuando se llega a un punto de
ebullición, todo depende de la cooperación de los grupos participantes.
El grupo más poderoso dentro del estadio es, por lo general, la policía.
¿Y como suele resolver la policía
este papel? Normalmente acrecentando una situación violenta.¿Porque cree
que se producen estos errores policiales?
Tan pronto como ella se encarga del
seguimiento de las masas, tiende a sofocar motines o disturbios por la
amenaza de que, en cualquier momento, se puede producir una situación
violenta. Pero hemos encontrado en el estudio de la dinámica del grupo
que cuando la violencia policial es inapropiada, se crean condiciones
psicológicas que suponen una escalada conflictiva en la situación. La
policía cree que las masas suelen ser violentas y peligrosas “per se”, y
que, en consecuencia, debe actuar. Irónicamente, esto lo único que
consigue es sembrar las semillas de la violencia.
¿Los aficionados no son culpables?
Por supuesto que hay gente entre los
aficionados al fútbol que son propensos a la violencia. Pero el problema
no es actuar como los aficionados, aunque seguidores y policía tienen
que trabajar juntos a largo plazo. Más sencillo aún, el dialogo debe
prevalecer y ser fortalecido.
¿Como pueden aficionados y policía favorecer este diálogo?
Existen canales de comunicación en
Alemania, por ejemplo, con fan-projekts con mucho sentido. Son una
manera eficaz de construir puentes comunicativos entre la policía y los
aficionados. En este sentido, el Borussia Möenchengladbach es un ejemplo
a seguir, por la mediación que se da entre los dos grupos. Pero estos
canales de comunicación pueden ser perturbados por el excesivo poder de
la policía. Hay que hacer comprender a la policía que además del uso de
las fuerzas, se pueden desarrollar alternativas en base a la
comunicación.Un mensaje que se debería de cumplir…Pero, en realidad, es
bastante complicado, porque la policía hace cumplir su monopolio de
poder, que tradicionalmente esta asociado con el uso de la fuerza. Eso
debe cambiar. La policía debe encontrar la forma de interactuar con los
seguidores, sin la amenaza explicita de una carga.
No es sencillo. En Suecia y Dinamarca
existen unidades especiales que se llaman “cuadros de diálogo de la
policía”. Su tarea personal es construir una conexión personal con los
fans. Pero es necesario un cambio estructural, cultural y organizativo
en las policias de todo el continente. Esperemos que en Octubre se
promueva un programa internacional de formación, a cargo de la Comisión
Europea.
¿Existen antecedentes para la coexistencia pacífica de aficionados y policía?
Si, el Mundial del 2006 en Alemania. en
Frankfurt, por ejemplo, un equipo de mediación comunicativa de la
policía trató de mantener la calma entre los aficionados ingleses.
Muchas veces se vieron enfrente de grandes grupos de ingleses que
buscaban enfrentamiento con sus homólogos alemanes, pero supieron
mantener la situación.Con hablar un poco con los hinchas,
¿Usted cree que se puede evitar la violencia?
Si, eso es suficiente a veces. Un
ejemplo: los hooligans alemanes habían atacado a los fans ingleses en un
bar de Frankfurt. Al día siguiente, alrededor de 300 ingleses se
reunieron frente a un pub británico que hacía esquina con otra calle. La
situación era clara, tan pronto vieran a los aficionados alemanes,
habría una pelea. De repente se corrió la voz de que los hooligans
alemanes se dirigian al bar, unos 300 ingleses borrachos se pusieron en
marcha para ir frente a ellos. En aquel momento, la policía de Frankfurt
pasó por delante de los británicos y con un altavoz pronunciaron en
inglés un pequeño discurso que finalizó con un “¿Porque no se vuelven al
bar? No hay ningún problema, es sólo un rumor”. Todos los ingleses se
dieron media vuelta y regresaron al pub. Por el contrario, si la policía
hubiera cargado, los hinchas se hubieran enfrentado a ellos y la
situación hubiera empeorado mucho.
¿Que piensa usted de las prohibiciones de acceso?
Eso depende del tipo de prohibiciones
de acceso. Es una buena herramienta cuando se ha realizado de manera
justa, pero no suele ser así. Se que en Alemania, los aficionados tienen
un gran resentimiento contra las prohibiciones de acceso a los estadios
y creo que ese resentimiento esta justificado de alguna manera. Para
los estadios es fundamental el derecho de libre circulación y poder
recurrir la sanción correspondiente, como suecede en Gran Bretaña por
ejemplo, pero en Alemania esto es manejado de maenra diferente y son los
propios clubs o la Federación Alemana la que puede imponer la
prohibición, sin posibilidad de apelación. Nuestro argumento es que si
tales medidas, como las prohibiciones de acceso o determinados
restricciones de derechos son necesarios, tal vez sea porque la policía
debe cambiar su comportamiento. Si las operaciones policiales se
ejecutaran desde un modo más razonable, no haría falta imponer tantas
sanciones y prohibiciones.
Fuente: La banda izquierda
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