Hablar del mundial de Brasil 2014,
que se aproxima y al cual nos encontramos a pocos meses de su inicio, suscita
críticas, descontentos, alegrías y un sinfín de sensaciones que se producen al
referirnos a este evento deportivo.
Las masivas movilizaciones sociales
de la población carioca inconforme con las medidas represivas y económicamente
desmedidas, son muestra de dichas emociones encontradas de las cuales hablamos
y hacemos referencia, identificando el profundo problema que aqueja hoy a los
brasileros que reflejan en su cotidianidad, como el interés del monopolio
deportivo y el afán mercantil de este, desangra la economía nacional y la pone
al servicio de los pocos consorcios económicos que se beneficiaran del Mundial verde-amárelo de
junio y julo del 2014.
De estas movilizaciones que son
fruto del problema estructural que hoy sufre Brasil y la región, salen insumos
materiales que nos sitúan en la discusión del por qué los costos del mundial
son tan elevados cuando de estas cifras (US$14 millardos, dirigido al
mejoramiento de estadios y aeropuertos), se podían superar contradicciones en
cuanto al trasporte público, salud y educación.
Pues en cuanto a economía, resulta
muy elemental el papel que las multinacionales en este juego, por el que más
gane en el mundial y no específicamente nos referimos al juego con la pecosa,
sino por el contrario a las especulaciones financieras que resultan de este
negocio del deporte y que constantemente hacen que los penaltis y las faltas en
contra de la población brasilera se intensifiquen y mediante constantes rojas
injustificadas saquen del juego al pueblo que es el que pagara los costos
económicos que dejara el mundial después de su finalización.
Tras este breve esbozo de la aguda
crisis, económica y social que se profundiza mediante las dinámicas
publicitarias y mercantiles de la democracia neoliberal, que impera hoy;
trataremos de abordar el mundial fuera de las superfluas negociaciones
multimillonarias que se multiplican a prontos meses del espectáculo montado y
manoseado por el capital.
Hoy el fútbol es más que
un deporte de millones y estrellas futboleras de cara bonita en
los estadios, la histórica lucha popular por la resistencia al negocio
deportivo es muestra del legado, de los ya muchos equipos mundiales que hacen
presencia en ligas de la alta del fútbol y que nacieron de
procesos organizativos de clase trabajadora, que dejan como ejemplo una
fehaciente experiencia del quehacer para fortalecer la lucha incesante por la
formación de masas proletarias y vilipendiadas, que desconocen al negocio
deportivo y por el contrario ven al fútbol como el elemento cultural
de las barriadas y las fábricas.
El Livorno Italiano, el Chacarita
Argentino, el Rayo Vallecano Español, entre otros, son ejemplo de esos que han
marcado historia, en el mundo futbolero de la resistencia y que hoy recordamos
y los traemos a colación, por el arduo trabajo que se ha desarrollado desde la
barriada y el campo por el rescate del deporte Rey (Pobre pero Rey), que a multitudes
de organizaciones sociales ha contribuido para la organización del pueblo en su
conjunto.
El mundial es nuestro y no debe ser
una consigna aislada del panorama coyuntural que vivimos con el efervescente
encuentro en Brasil, nuestra organización debe ir en pro a proyectar el deporte
como elemento de la lucha popular y de organización, para poner frente al
desmedido accionar de las empresas por arrebatarnos el fútbol y
hacerlo cada vez más un deporte de la élite mundial.
Diría entonces nuestro camarada y
compañero, Diego Armando Maradona, dirigiéndose a
esta élite encarnada en el fútbol mundial “A la
FIFA no le interesa el fútbol, sólo el negocio. Son viejos agarrados a sus
puestos por el dinero”, muestra de ello es entonces que nuestra labor está
por el hacer y fortalecer, con cada pase y definición, un gigante paso para la
organización…Proletarios de todos los países, unidos, a construir nuestro
mundial.